Cada año, sea cual sea el instituto en el que me encuentre, me encanta empezar a explicar poesía con mi alumnado más joven que normalmente es el que se encuentra más motivado para escribir sin prejuicios de qué pensarán los compañeros, y los que menos trabas ponen en el quehacer literario.
Para ello, no hay mejor manera que introducirlos en la temática de la poesía explicándoles características de la misma y consejos de algún experto que les puedan venir muy bien. Comprobaremos a continuación, que hay alumnos que desarrollan la creatividad muy fácil y que tienen don de palabra, y que para otros es un mundo esto de escribir una poesía.
Empezamos leyendo poemas fáciles y llamativos, como el poema titulado Las moscas, de Antonio Machado. Sin duda, a todos mis estudiantes les llamó la atención la maestría con que nuestro poeta describe a unos seres tan asquerosos y juega con el lenguaje. A partir de aquí, estuvimos comprobando qué versos rimaban entre sí y algunos de los recursos literarios más utilizados para que ellos pudieran crear un poema.
A esto le dedicamos una sesión. A continuación, tuvieron que elegir sus dos palabras favoritas del español y hacer una ilustración relacionada con las mismas.
Entre las palabras seleccionadas aparecieron las siguientes:

Les di el siguiente consejo para empezar a escribir un poema, que son las instrucciones propuestas por Antonio Orlando Rodríguez:
Sal a recolectar letras frescas temprano en la mañana. Mejor que mejor si el sol no les ha secado el rocío.
Revuelve las letras y deja que te sorprendan formando palabras comunes o rebuscadas, como ola, azúcar, nigromante y birlibirloque.
Coloca las palabras sobre la mesa, una al lado de otra:
azul-flautista-mosquito
relámpago-tomate-desierto
Verás cómo al rato algunas de ellas empiezan a mirarse, a olerse y a hacerse guiños, hasta que se escapan en pequeños grupos y forman todo tipo de versos:
zumo azul de tomate
flautista doma relámpago
mosquito turulato sobrevuela el desierto...
Corre tras esas líneas huidizas y, cuando logres atraparlas,
combínalas hasta que se conviertan en poemas.
Advertencia: la fórmula es sencilla, mas no siempre funciona.
Tras esto, se pusieron manos a la obra teniendo en cuenta estas instrucciones citadas en la parte superior, y las que digo a continuación:
1. Debían utilizar como mínimo tres de las palabras seleccionadas por los estudiantes.
2. Debían emplear al menos tres recursos literarios de los estudiados en clase.
3. Debían intentar hacer versos breves y no era obligatorio poner rima.
En siguientes publicaciones os mostraré los resultados de algunos estudiantes. La mayor satisfacción que me llevo es que un alumno de mi 1º ESO B se ha aficionado tanto a la poesía que no hay clase en que no me traiga una poesía propia.
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